miércoles, 29 de agosto de 2012

Damned Pixels

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sábado, 18 de agosto de 2012

Nada hubiese sido necesario.

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Anoche volví a bajar al Infierno, esta vez de forma voluntaria. Utilicé un poco de alcohol y unas pocas canciones de Extremoduro aunque nada hubiese sido necesario, sinceramente. Mi propósito era rescatar mi alma:

Aparecí en medio del desierto, el sol raspaba hasta la dermis y el aire disparaba la arena a modo de proyectil hacia mis piernas. El algodón de mi ropa no resistió mucho y creo que empecé a sangrar a los pocos minutos. Y la sed me arañaba desde dentro. Despertar hubiese sido el mayor fracaso. Empecé a avanzar en línea recta, orientándome únicamente con el corazón, que palpitaba con rabia. Cuando llegué mis pies ya estaban en carne viva. La puerta estaba abierta, de par en par, y el interior emanaba suaves fragancias que acrecentaron mi sed. Entré. Puede que el mismo perfume crease la dulce ilusión: me sentí bien, a salvo. Con la piel ya reconstruida, la sed se disipó. El suelo se comió la sangre de mis pisadas y creo que, como consecuencia, el edificio se iluminó. Observé altos techos con frescos escandalosamente bien ejecutados, paredes doradas con ricos adornos, grandes ventanales cubiertos por pesadas cortinas de color pardo, todo  me era familiar. Ya había estado antes allí. Me senté en el suelo con las piernas cruzadas, mirando una de las inmensas puertas. Es imposible saber durante cuánto tiempo estuve así, pero si existe algo a lo que llamar eternidad debe ser eso. 

Supe que había llegado el momento cuando apareció a mi lado, en el suelo, un triste cuchillo con la empuñadura de palo y la hoja oxidada. Me aferré a él con fuerza y me clavé sus astillas en mi palma a la vez que el Diablo asomaba bajo el arco de la puerta. Ahí el tiempo se comprimió, asustado, igual que yo. Sin embargo algo había cambiado en la bestia, me pareció más serena, incluso agradable o asertiva. Él tendría mi alma, yo mi miedo y un cuchillo que dudo si me hubiese servido de algo. Por eso lo dejé caer y eso me salvó, Santán debió pensar que yo ya lo sabía. Su carcajada me llegó aumentada en eco, pura decepción. No habría épica batalla, no serviría el cuchillo. Mi alma ya no estaba allí. Alguien se me había adelantado.

Desperté con astillas en la mano, el portátil encendido. Sonaba Algora.


Ladrón.

lunes, 23 de julio de 2012

Humo

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Mi sueño fue triste, como una sirena dentro de un camarote incendiado. Nadie vio el humo y la sirena murió, despacio, con dolor. Su lágrima inundó el sueño, que era pequeño como el ojo de una carpa y largo como su propio mar. El mar, que estaba cerca y yo no, entremedias la tristeza. Y el calor, que desprende del hueso la carne. Se me enrolló la sábana entre las piernas, intenté castrarme.



·



Y después te sueño, claro. Retrocede la sábana, la carne se agarra al hueso, se enfría la tristeza, me acerco al mar, la lágrima apaga el fuego y la sirena no muere. El camarote es nuestro y lo incendiamos. Hacemos humo.

viernes, 20 de julio de 2012

Agua

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Me siento cerca de un salto de agua, le susurro lo que no me gusta y su música se lo lleva. Después me regala historias, de las que recoge en su caudal, para que haga con ellas lo que quiera. Me gusta cuando el cieno se introduce entre los dedos de mi pies, tocar el musgo del fondo del río. Y el agua fría. Me encanta. Buceo, como una culebra, sin tiempo. 

He vuelto a beber agua virgen del manantial, un manjar, y a recoger plumas huérfanas en el camino de vuelta. El sol sienta muy bien, es como si derritiese una fina capa de cera pálida y mi piel se ha vuelto a tostar después del invierno. Siento cómo el aire limpia mi cabeza, la vacía y se llena de con él. Por la noche se ven todas las estrellas, con su máxima definición. Tienen pulso.




Summertime Sadness

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Lana del Rey

lunes, 4 de junio de 2012

Sentido común

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A estas alturas del cuento en las que al parecer, y digo al parecer, este país es democrático, un estado de derecho, dónde "disfrutamos" del llamado estado de bienestar, me sorprende estar seguro de que poca gente está conforme con el sistema. Y la poca que lo está, la que disfruta realmente de nuestro estado de malestar, quienes realmente establecen el mismo sistema, poseen la asombrosa e inverosímil habilidad de viajar al pasado y además arrastrarnos con ellos. Jode. Jode saber que nosotros, pudiendo ser más inteligentes que ellos (que seguro podemos) decidimos observar. Observar cómo roban a los pobres para repartirlo entre los ricos o cómo se distinguen del resto, cual seres superiores, en sus coches oficiales. Nos han mimado tanto... que, como un niño malcriado, nos asustamos a la primera de cambio. Nos intentan desarmar, nos hacen creer que pueden mermar nuestra educación, nuestra sanidad. Y me pregunto en qué mierda estamos pensando, ¿qué otra cosa nos puede parecer más importante? Nosotros. Somos tan egocéntricos que nos olvidamos de nosotros y sólo pensamos en el "yo". Y no culpemos al dinero, nos encanta. Seamos sinceros, nos preocupa más nuestra propiedad privada que compartirla por el bien común.  Eso es lo que nos ciega, lo que nos impide ver que nosotros juntos somos quienes hicimos posible una sanidad y una educación.

Lo que me preocupa es que parte de esto, la mitad fundamental, base del resto y del futuro, ya estaba podrida en los años de bonanza. Hablo de la educación en la que he crecido. Una educación que no supo estar a la altura, que te obliga a decidir con quince años un itinerario. Una educación que desde el principio se enfoca hacia la necesidades de un grupo, por mucho que los centros defiendan su interés por desarrollar y potenciar las habilidades individuales de cada alumno. El grupo arrastra al alumno: algunos se ven retenidos, capaces y deseosos de más contenido y otros empujados a empollar de carrerilla cosas que no se entienden. Cada alumno tiene unas necesidades dependiendo de sus cualidades. Pero no, aquí lo que se premia es la memoria. ¿En qué momento se valoraron esas cualidades si desde primaria lo que se evalúan son conocimientos? Seguro que de haberse medido individualmente estos y otros datos, la mayoría de la clase no sólo estaríamos mejor aprovechados, sino que seríamos algo más felices. Se me olvidaba mencionar la parte hipócrita del juego, en la que nos preguntan lo que queremos ser de mayor y nos cuentan que podemos ser lo que queramos para que más tarde nos encontremos con pruebas de acceso, notas de corte o un sistema de becas incompetente. Pero cuidado, no debemos culpar a los docentes, que pobres ellos que sufren periódicamente  las reformas educativas sin recibir apenas nueva formación. Hay que agradecer que por suerte algunos son capaces de poner en práctica sus propios mecanismo para compensar la carencias del sistema educativo tirando de sus escasos recursos y de su ingenio. Esta es la educación sobre la que se están aplicando recortes, o mejor dicho: Esta es la educación sobre la que estamos aplicando recortes, porque si mal no recuerdo este país es democrático.

lunes, 12 de marzo de 2012

Ritual para viajar

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La palabras se suceden una a una y cada vez con más fuerza, mi lengua las lía, las desordena y las retiene de vuelta al hueco de mi garganta. Las trato de engullir, pero mi garganta se cierra y empiezan a ascender hacia arriba, dentro de mi cabeza. Rebotan, se hacen eco y presionan mis tímpanos hacía afuera con ritmos étnicos que huelen a África. Entonces me desmayo, entro en coma o en trance, y viajo a mi mundo exclusivo. Mi mundo, de colores cálidos y seres abstractos, que no responde a ninguna lógica pero que no es, ni mucho menos, banal.

El cielo aquí no es azul, ni las nubes son blancas, los árboles no tienen tronco, la densidad del aire nos permite volar y el agua se arrastra hacia arriba. Impera mi ley del silencio, todos los sonidos son suaves, no puedes gritar a menos que sea en carcajadas. No necesitas invitación, pero no puedes venir si estás despierto, no te serviría de nada.

Ahora piensa palabras, cada una con más fuerza, líalas en tu lengua, altera su orden, deja que caigan a tu garganta hasta que te produzcan arcadas. Después, con suerte, subirán a tu cabeza para rebotar, hacerse eco y presionar tus tímpanos desde dentro con música africana.

domingo, 11 de marzo de 2012

Querido Tú

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Querido Tú,

Quiero que sepas que espero algún regalo, o un suplemento en forma de castigo. No siempre es fácil hacer las cosas mal, pero a mí se me da tan bien...
No me quemas, es más, me sabes a poco. Y necesito esa triste droga en forma de remordimiento. A veces me acuerdo de ti, te escriben canciones. En realidad todas hablan de ti. Y eso si duele, recordarte y odiarte. Duele. Tienes suerte, es probable que a mi no me escriban ninguna.

Tu amigo y vecino
Alberto.







martes, 7 de febrero de 2012

Miel amarga

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Lo siguiente no es ficción, no soy capaz de inventar cuentos fatales. Es una situación escarbada en mi memoria. Los detalles los limó el escaso tiempo y es por eso que no la describo en su explícita totalidad.


Consiguió enamorarme con una palabra. O dos, la segunda no la recuerdo, la primera fue su nombre. Su tímida voz. Me quedé con la mente en blanco. Un apretón de manos. Las hormonas hicieron el resto y me emborraron hasta día de hoy. Nunca me volvió a tocar. Reconocí sus ojos sin dificultad, puede que los recuerde de alguna vida anterior. Ahora lo sé porque aparecen entre mis dibujos más antiguos a lápiz, a carboncillo, con acuarela, con lápices de color. Pero entonces no sabía nada. El escalofrío era evidente, tragué saliva y me supo a miel amarga, se me erizó la piel, el aire alborotó su pelo, su olor me quebró la cabeza, mis rodillas se tensaron y noté algo en la sangre, cómo si un petardo me explotara en el pecho y me la contaminara de fuegos artificiales. El flechazo fue algo muy extraño, magia y esta vez yo no era el mago. Lo siguiente era miedo o impotencia. Por desgracia, para disimular ese terremoto interno, usé las preguntas y diálogos más banales que jamás produjo mi intelecto y aparenté ser un estúpido, también para siempre.


Todavía hoy me intimida y me quedo sin voz. Literal y conscientemente me bloquea. Finjo indiferencia. Pero en realidad ya hemos coincidido en sueños, eso me preocupa. Me puse a investigar (que es uno de mis dones). Averigüé lo poco que ve la televisión, lo que le gusta el diseño, la moda, me gusta la música que le gusta, leemos los mismos libros y estuve en su casa, incluso conseguí su número de teléfono. No dejé huella, en un sueño aprendí a andar en espíritu, aunque esa es otra historia. Pero me arrepiento, Internet es cruel, descubrí demasiado y esta vez la miel recorrió mi garganta en sentido contrario aún más amarga. Por ahora no es para mí. Espero que coincidamos en una próxima vida, yo en ésta me doy por vencido. Me pregunto quién pensó el guión, debe estar bastante enfermo.


--'--


lunes, 30 de enero de 2012

Evacuación de emergencia. Con sabor a venganza pasiva.

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Querido Diablo:

   Te prometo que no te contaré la verdad. Es lo único que puedo hacer para salvarte de mi engaño. A veces esas imágenes me turban la vista y me quitan la ilusión. Por eso hay que desahogarse. Es posible que con el tiempo la Semana Santa pase a ser una semana más, pero mientras tanto seguirá siendo "La Semana". Y en ella se acumulan los pecados, y se vuelven recuerdos para atormentarme por la tarde.

   También es posible que nadie entienda esto y es normal, no está escrito para ser leído. Nunca soy demasiado explicito cuando se trata de mí. Y te escondo dentro de mí para salvarte del Infierno. En el fondo no me quieres, nunca nos quisimos. Sólo somos unos interesados. Tú me perdonas los pecados y yo te guardo tu secreto. A mi me mantiene con vida, pero tú te estás apagando, necesitas este infierno. Infinito o indefinido. Después surgirás nuevo desde tus cenizas. O al menos es lo que sucede en las novelas que escribo desde mi cama.

   Sé que no es verdad, a mí no puedo mentirme. Me retuerzo. No me sirve mi risa. Y me alegro sólo por fuera. Pero seré fuerte, para eso me hicieron.                



No debisteis dejarme entre el Cielo y el Infierno.
Alberto.













"Vuelo de brujas" Goya.

sábado, 28 de enero de 2012

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Nunca enseñes a un niño menos de lo que pueda aprender.

jueves, 19 de enero de 2012

Mi sueño

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Os contaré mi sueño. No se trata de una invención pre-cocinada en el caldero de mi teclado. Ni siquiera yo hubiera imaginado semejante delirio en la más febril de mis noches. Es una treta de mi subconsciente, que me reta y me puede. Este sueño es la causa del verbo que corona este blog.

Al principio distinguí una primera sala, grande, en la que yo mismo me encontraba. La luz era suave y me hacía sentir seguro, como si el mismo aire me protegiera. Todo era dorado. Las paredes de esta sala eran infinitas, no pude ver hasta donde se extendían en anchura, ni techo alguno que cortase sus verticales. Varios arcos de medio punto, concienzudamente adornados con agobiantes filigranas, me invitaban a otra sala de igual tamaño, más oscura y peligrosa, a la izquierda de mi perspectiva. A esta segunda sala la llamaré "sala central" para facilitar la descripción de mi sueño.

Nada más entrar en la sala central me sentí expuesto y desprotegido. El miedo me pesaba en los hombros. Vi otros arcos idénticos a los anteriores en el muro opuesto. A través de ellos sólo existía la oscuridad absoluta, una tercera sala contigua a las demás. Fue por uno de estos últimos arcos por donde entró una bestia grande, bípeda y mortífera. De naturaleza confusa y hostil, así se me apareció el Diablo. Lo que sigue es una épica batalla entre el mismo Diablo y mi "yo" más valiente. Mis acrobacias eran sobrenaturales pero el Diablo se retorcía como una culebra y golpeaba como un culturista. Recuerdo que encontraba tregua en la primera sala y allí me refugiaba cuando la cosa se ponía muy fea. Fue una pelea limpia, sin sangre ni armas y estuve a punto de morir varias veces.

Al final vencí, creo que gracias a mi ego. Y lo que empezó siendo una pesadilla termino siendo un sueño. Un buen sueño. El Diablo huyó despacio hacia los arcos de la tercera sala y se escondió en la tiniebla. Yo desperté.

martes, 3 de enero de 2012

Ego

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Miré al espejo y me miró. Frío. Me pregunté en voz alta, ¿Quién eres? Tardé casi un minuto en descubrir que sólo yo podía-debía contestar esa pregunta. No sólo Quién eres, sino Para qué eres y Por qué eres. El espejo seguiría callado siempre y no servía mi nombre, los nombres no son lo que eres. Desnudé mi cuerpo para buscar mi alma y abrí el grifo de la ducha. El agua aún no salía caliente. Y yo no me conocía, encontré casi quinientas descripciones posibles y ninguna acertada. Él me miraba, o era yo. Cómo saberlo. Estuve solo y conmigo, nadie podrá atestiguarlo. Vapor. Seguí buscando mi alma dentro de mí, estará al fondo. Todavía no la encuentro. Agua. ¿Y si estuviéramos vacíos? Calor. Yo. Contesté la pregunta. Aquí es dónde me dio miedo, pues observé atento los matices de mi ego, alguno extraídos de lugares y otros modificados desde el tiempo. Imaginé al destino trenzando cuidadosamente al mismo azar y comprendí. Nadie más puede ser yo y yo no puedo ser otra persona. Aunque el espejo si. Sólo el espejo.

¿Tú quién eres espejo?