viernes, 8 de mayo de 2015

El borde.

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Soy yo el borde del bosque
pero que no queda bosque.
Aunque veas que hay bosque
lo que queda es el borde.

No hay ya nada que flore
pasado el borde del bosque.
Te digo que no hay bosque,
que no atravieses el borde.



Eva.

miércoles, 28 de enero de 2015

Eva. Nepésica ingesta.

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Eva apretó entre sus dedos la sustancia sombría y observó que emanaba un denso líquido suave, casi negro. Agitó aquella oscura alma, intentando desencriptar sin éxito su naturaleza, pensado qué tipo de objeto había aceptado de la mano del dueño del infierno. Entretanto, el suave líquido exhalado en el zarandeo recorría su brazo y goteaba por su codo, provocándole cosquillas que excitaron su sonrisa hacia una carcajada. Y Comió.

Comió de la sustancia cocinada para ella, bebió de la misma acuosidad que provocó la carcajada. Obtuvo así Eva un alma reciclada y entorno a esta se moldeó su cuerpo tal y como yo lo había imaginado: se formaron sus deliciosas piernas, sus caderas serpenteantes, sus ojos violetas de brillo fluorescente, se formó su selvática y ensortijada melena castaña, su salvaje rostro anguloso, sus deseables labios. Le aterrorizó el placer proporcionado por el ponzoñoso majar. Y así vivió.

Rosa podrida.

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Amarga pastilla,
espinas morder.
Lágrima fría
que quema la piel.
La rosa podrida
y el feto también.


Arde en la pierna
el color del clavel.

Barriga encogida
a restos de él.
Rama extraída,
costura se ve.
La cruz en el hombro
quiere doler.

Incendio en la sangre
¡Lo tuve que hacer!

Se seca la carne,
duele la sien.
Tripa vacía,
ataúd de bebé.
No llora muerte,
la madre está bien.

Podrida la rosa,
ardiendo el clavel.