lunes, 30 de enero de 2012

Evacuación de emergencia. Con sabor a venganza pasiva.

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Querido Diablo:

   Te prometo que no te contaré la verdad. Es lo único que puedo hacer para salvarte de mi engaño. A veces esas imágenes me turban la vista y me quitan la ilusión. Por eso hay que desahogarse. Es posible que con el tiempo la Semana Santa pase a ser una semana más, pero mientras tanto seguirá siendo "La Semana". Y en ella se acumulan los pecados, y se vuelven recuerdos para atormentarme por la tarde.

   También es posible que nadie entienda esto y es normal, no está escrito para ser leído. Nunca soy demasiado explicito cuando se trata de mí. Y te escondo dentro de mí para salvarte del Infierno. En el fondo no me quieres, nunca nos quisimos. Sólo somos unos interesados. Tú me perdonas los pecados y yo te guardo tu secreto. A mi me mantiene con vida, pero tú te estás apagando, necesitas este infierno. Infinito o indefinido. Después surgirás nuevo desde tus cenizas. O al menos es lo que sucede en las novelas que escribo desde mi cama.

   Sé que no es verdad, a mí no puedo mentirme. Me retuerzo. No me sirve mi risa. Y me alegro sólo por fuera. Pero seré fuerte, para eso me hicieron.                



No debisteis dejarme entre el Cielo y el Infierno.
Alberto.













"Vuelo de brujas" Goya.

sábado, 28 de enero de 2012

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Nunca enseñes a un niño menos de lo que pueda aprender.

jueves, 19 de enero de 2012

Mi sueño

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Os contaré mi sueño. No se trata de una invención pre-cocinada en el caldero de mi teclado. Ni siquiera yo hubiera imaginado semejante delirio en la más febril de mis noches. Es una treta de mi subconsciente, que me reta y me puede. Este sueño es la causa del verbo que corona este blog.

Al principio distinguí una primera sala, grande, en la que yo mismo me encontraba. La luz era suave y me hacía sentir seguro, como si el mismo aire me protegiera. Todo era dorado. Las paredes de esta sala eran infinitas, no pude ver hasta donde se extendían en anchura, ni techo alguno que cortase sus verticales. Varios arcos de medio punto, concienzudamente adornados con agobiantes filigranas, me invitaban a otra sala de igual tamaño, más oscura y peligrosa, a la izquierda de mi perspectiva. A esta segunda sala la llamaré "sala central" para facilitar la descripción de mi sueño.

Nada más entrar en la sala central me sentí expuesto y desprotegido. El miedo me pesaba en los hombros. Vi otros arcos idénticos a los anteriores en el muro opuesto. A través de ellos sólo existía la oscuridad absoluta, una tercera sala contigua a las demás. Fue por uno de estos últimos arcos por donde entró una bestia grande, bípeda y mortífera. De naturaleza confusa y hostil, así se me apareció el Diablo. Lo que sigue es una épica batalla entre el mismo Diablo y mi "yo" más valiente. Mis acrobacias eran sobrenaturales pero el Diablo se retorcía como una culebra y golpeaba como un culturista. Recuerdo que encontraba tregua en la primera sala y allí me refugiaba cuando la cosa se ponía muy fea. Fue una pelea limpia, sin sangre ni armas y estuve a punto de morir varias veces.

Al final vencí, creo que gracias a mi ego. Y lo que empezó siendo una pesadilla termino siendo un sueño. Un buen sueño. El Diablo huyó despacio hacia los arcos de la tercera sala y se escondió en la tiniebla. Yo desperté.

martes, 3 de enero de 2012

Ego

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Miré al espejo y me miró. Frío. Me pregunté en voz alta, ¿Quién eres? Tardé casi un minuto en descubrir que sólo yo podía-debía contestar esa pregunta. No sólo Quién eres, sino Para qué eres y Por qué eres. El espejo seguiría callado siempre y no servía mi nombre, los nombres no son lo que eres. Desnudé mi cuerpo para buscar mi alma y abrí el grifo de la ducha. El agua aún no salía caliente. Y yo no me conocía, encontré casi quinientas descripciones posibles y ninguna acertada. Él me miraba, o era yo. Cómo saberlo. Estuve solo y conmigo, nadie podrá atestiguarlo. Vapor. Seguí buscando mi alma dentro de mí, estará al fondo. Todavía no la encuentro. Agua. ¿Y si estuviéramos vacíos? Calor. Yo. Contesté la pregunta. Aquí es dónde me dio miedo, pues observé atento los matices de mi ego, alguno extraídos de lugares y otros modificados desde el tiempo. Imaginé al destino trenzando cuidadosamente al mismo azar y comprendí. Nadie más puede ser yo y yo no puedo ser otra persona. Aunque el espejo si. Sólo el espejo.

¿Tú quién eres espejo?