lunes, 4 de junio de 2012

Sentido común

A estas alturas del cuento en las que al parecer, y digo al parecer, este país es democrático, un estado de derecho, dónde "disfrutamos" del llamado estado de bienestar, me sorprende estar seguro de que poca gente está conforme con el sistema. Y la poca que lo está, la que disfruta realmente de nuestro estado de malestar, quienes realmente establecen el mismo sistema, poseen la asombrosa e inverosímil habilidad de viajar al pasado y además arrastrarnos con ellos. Jode. Jode saber que nosotros, pudiendo ser más inteligentes que ellos (que seguro podemos) decidimos observar. Observar cómo roban a los pobres para repartirlo entre los ricos o cómo se distinguen del resto, cual seres superiores, en sus coches oficiales. Nos han mimado tanto... que, como un niño malcriado, nos asustamos a la primera de cambio. Nos intentan desarmar, nos hacen creer que pueden mermar nuestra educación, nuestra sanidad. Y me pregunto en qué mierda estamos pensando, ¿qué otra cosa nos puede parecer más importante? Nosotros. Somos tan egocéntricos que nos olvidamos de nosotros y sólo pensamos en el "yo". Y no culpemos al dinero, nos encanta. Seamos sinceros, nos preocupa más nuestra propiedad privada que compartirla por el bien común.  Eso es lo que nos ciega, lo que nos impide ver que nosotros juntos somos quienes hicimos posible una sanidad y una educación.

Lo que me preocupa es que parte de esto, la mitad fundamental, base del resto y del futuro, ya estaba podrida en los años de bonanza. Hablo de la educación en la que he crecido. Una educación que no supo estar a la altura, que te obliga a decidir con quince años un itinerario. Una educación que desde el principio se enfoca hacia la necesidades de un grupo, por mucho que los centros defiendan su interés por desarrollar y potenciar las habilidades individuales de cada alumno. El grupo arrastra al alumno: algunos se ven retenidos, capaces y deseosos de más contenido y otros empujados a empollar de carrerilla cosas que no se entienden. Cada alumno tiene unas necesidades dependiendo de sus cualidades. Pero no, aquí lo que se premia es la memoria. ¿En qué momento se valoraron esas cualidades si desde primaria lo que se evalúan son conocimientos? Seguro que de haberse medido individualmente estos y otros datos, la mayoría de la clase no sólo estaríamos mejor aprovechados, sino que seríamos algo más felices. Se me olvidaba mencionar la parte hipócrita del juego, en la que nos preguntan lo que queremos ser de mayor y nos cuentan que podemos ser lo que queramos para que más tarde nos encontremos con pruebas de acceso, notas de corte o un sistema de becas incompetente. Pero cuidado, no debemos culpar a los docentes, que pobres ellos que sufren periódicamente  las reformas educativas sin recibir apenas nueva formación. Hay que agradecer que por suerte algunos son capaces de poner en práctica sus propios mecanismo para compensar la carencias del sistema educativo tirando de sus escasos recursos y de su ingenio. Esta es la educación sobre la que se están aplicando recortes, o mejor dicho: Esta es la educación sobre la que estamos aplicando recortes, porque si mal no recuerdo este país es democrático.

No hay comentarios:

Publicar un comentario